miércoles, 2 de marzo de 2011

INVERSION EXTRANJERA Y EMPRESARIADO

Inversión extranjera y empresariado nacional

Tuesday, 1 January 2008

La venta de los supermercados Wong a un consorcio chileno ha provocado dos tipos de reacciones. Mientras algunos (quizá la mayoría) se lamentan sobre el fin de una historia 100% peruana, otros resaltan los imperativos económicos que deciden sobre el éxito o fracaso de toda empresa más allá de sentimientos patrióticos.

Quizá ninguno tenga del todo razón. Hay un patriotismo barato e irracional, pero también existe el patriotismo inteligente que apuesta por el Perú. El sociólogo Francisco Durand sostiene que la historia del Perú sería distinta si el empresariado peruano tuviera ese segundo tipo de patriotismo en la sangre. Un breve recuento.
Wong: Los hechos
Todo parece indicar que la venta del grupo Wong (que incluye a los hipermercados Metro) fue un paso necesario. No solamente en el Perú, las utilidades del negocio de supermercados son bajas. Según el semanario Caretas, las utilidades de la cadena Wong ascenderían a apenas 2% de las ventas. El año 2007, estas llegaron a cerca de 800 millones de dólares (sin I.G.V.), lo cual dejaría 16 millones de dólares en utilidades.
16 millones de dólares pueden sonar a mucho, pero son muy poco si tomamos en cuenta que la competencia no duerme y que el Perú crece. Según el mismo reportaje de Caretas, los competidores Supermercados Peruanos y Tottus piensan invertir 108 millones de dólares y abrir 25 nuevas tiendas el 2008.
Para que Wong no se quede chico tendrá que invertir en gran estilo y eso es lo que el consorcio chileno CENCOSUD puede hacer. Sus ventas para el 2008 superarían los diez mil millones de dólares. Centros Comerciales Sudamericanos (CENCOSUD) es, después de Wal Mart México, la segunda empresa de supermercados más grande en Latinoamérica. Antes de la compra de Wong su presencia se limitaba a Chile y Argentina.
Mientras que en Chile el 80% de los consumidores compran en supermercados, en Lima sólo el 30% va a un supermercado para realizar su compras (fuente: artículo de Caretas). En otras palabras, hay expansión para rato, sobre todo en tiempo en que la demanda interna en Lima y en provincias va en aumento.
La venta de Wong parece entonces una decisión razonable y hasta necesaria en vista de los retos inmediatos. Es probable que los consumidores peruanos estemos resentidos por un tiempo. Después de todo, y tal como señala Carlos Basombrío en Perú21, Wong es un símbolo del éxito desde abajo y en condiciones adversas. “Wong era Wong. No era cualquier empresa”.
Pero nuestro columnista Gian Carlo Orbezo tiene razón cuando escribe que será finalmente la satisfacción de los clientes la que decida sobre el éxito o fracaso de Wong. Y es probable que, en el largo plazo, esta satisfacción dependa más de la calidad del servicio que de sentimientos anti-chilenos.
¿La nacionalidad importa?
Olvidémonos ahora de las peculiaridades del caso Wong y pensemos en el tema de la inversión extranjera en general. El sociólogo Francisco Durand, en entrevista con el diario La República, admite que la venta de Wong fue inevitable. Pero también sostiene que el empresariado peruano es débil.
A diferencia de quienes creen que el capital no tiene nacionalidad y que las inversiones son bienvenidas vengan de donde vengan, Durand es más crítico. El empresario nacional preocupado por el Perú trabajará, según Durand, con otras empresas nacionales y reinvertirá en el Perú, mientras que el inversionista extranjero se llevará sus ganancias a casa.
El creyente en la fuerza reguladora del libre mercado rechazará tal vez la crítica de Durand. Mientras el Perú sea un país económicamente atractivo el inversor extranjero estará interesado en seguir invirtiendo en el Perú, al igual que el peruano. Según esta lógica el Perú no ganará con empresarios nacionales, sino con aquellos que estén dispuesta a invertir más, sean peruanos, chilenos, o chinos.
Pero el argumento de Durand es más complejo y refinado. Él no dice que la inversión extranjera es mala o directamente nociva. Su tesis afirma, en cambio, que de tanta inversión extranjera nos estamos olvidando de formar el Perú que nosotros, los peruanos, queremos.
La lógica del mercado no conoce nacionalidades, pero la sociedad peruana no se puede explicar en términos puramente económicos. En una sociedad con desigualdades extremas y una de las tasas de pobreza más altas de Latinoamérica (vea el artículo de mi colega Mariana Costa) se requiere, urgentemente, una ciudadanía comprometida en carne y alma con el desarrollo social del Perú. Y esa tarea es nuestra responsabilidad:
Nos estamos convirtiendo en una república bananera. A comienzos del siglo pasado se hablaba de república bananera por países pequeños donde había gran influencia de las corporaciones. Ese es un problema, que haya una gran concentración económica en pocas manos, y encima que sean corporaciones extranjeras, que no tienen como máxima prioridad el desarrollo sino la búsqueda de mercado y la ganancia. Cuando ellas ejercen mucha influencia política pueden evitar que el Estado y la sociedad piensen en términos más propios e independientes sus cuestiones de desarrollo. Nosotros no tenemos un plan de desarrollo, no existe, solo medidas parciales que se anuncian en las elecciones como el TLC para todos, Sierra Exportadora, pero detrás no hay ninguna intención seria de un apoyo sistemático del desarrollo del capital nacional.
La culpa no es entonces del capital extranjero. La culpa es nuestra, por creer que con inversión extranjera nuestros problemas se solucionarán sin que tengamos que mover un dedo. En toda sociedad, la clase empresarial es un activo fundamental, no solamente por su poder adquisitivo y político, sino por su capacidad de transformar visiones en empresas viables y potencial humano en puestos de trabajo.
Un buen empresario peruano, un empresario inteligente, empeñoso y cooperador, tiene la ventaja única de conocer el terreno sobre el que se mueve. Conoce la mentalidad peruana, conoce nuestras deficiencias pero también las enormes posibilidades de crecimiento en los distintos sectores. La clase empresarial peruana puede aprovechar estas ventajas y convertirse en uno de los motores del desarrollo social si así se lo propone.
El 2008 tendremos, según las últimas estimaciones, un crecimiento económico por encima del 5%. Bien por eso. Pero el 2008 debe ser, también y sobre todo, el año de la inversión social. El año en que se avance con la infraestructura rural, con la educación universal de calidad, con un sistema de justicia más inclusivo, con asistencia social y programas para salir de la pobreza. Son tareas de los gobiernos, pero también de la clase empresarial. De sus actitudes dependerá en gran medida si nuestra sociedad logra dejar atras sus fracturas y resentimientos para, finalmente, pensar en grande y en común.
Por Bernd Krehoff

1 comentario:

  1. Casino-Rental-Casino | JtmHub
    Casino-Rental-Casino. Enjoy 충청북도 출장마사지 the 시흥 출장마사지 full experience of Vegas at 창원 출장안마 JTM Sportsbook, where you 시흥 출장안마 can play slots, table games, poker, live casino, and more! 충주 출장마사지

    ResponderEliminar